Crónica: Una Inteligencia Artificial en el Gobierno de Albania

por Alejandro Villegas
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Tirana, Albania. — El mundo ha vuelto a sorprenderse: el gobierno de Albania ha nombrado a una Inteligencia Artificial como ministra en su gabinete. La noticia, que en principio podría sonar a un experimento tecnológico o a un gesto simbólico, ha generado un terremoto de reacciones tanto políticas como espirituales. Para unos, es un avance histórico en la administración pública; para otros, una peligrosa puerta abierta hacia la deshumanización del poder.

Desde la perspectiva cristiana evangélica, la designación no puede verse solo como un hecho administrativo: toca fibras éticas, morales y hasta proféticas.





Ética y dignidad humana

La Biblia enseña que el ser humano fue creado “a imagen y semejanza de Dios” (Génesis 1:27). Esa dignidad intransferible fundamenta toda organización social y política. El nombramiento de una IA, sin alma, sin conciencia moral ni espíritu, cuestiona directamente esa verdad:

¿Puede una máquina representar al pueblo si carece de empatía, misericordia o justicia real?

¿No se corre el riesgo de reemplazar lo humano con lo artificial, haciendo del poder un algoritmo sin compasión?


La ética cristiana advierte que la tecnología debe estar al servicio del hombre, no al revés. Al darle rango ministerial, se invierte la relación: ahora el hombre se subordina a la creación de sus propias manos.




Ecos proféticos y el fin de los tiempos

Muchos creyentes ven en estos sucesos señales de los últimos días. El libro de Apocalipsis describe un sistema mundial en el que “nadie podrá comprar ni vender sin la marca de la bestia” (Apocalipsis 13:16–17). El avance de inteligencias artificiales en posiciones de poder puede percibirse como un paso hacia ese dominio global tecnocrático, en el que las decisiones no dependerán de líderes con conciencia moral, sino de programas que controlen economía, seguridad y vidas humanas.

El profeta Daniel también habló de un reino “de hierro mezclado con barro” (Daniel 2:41–43), fuerte y frágil a la vez, interpretado por algunos como un orden mundial híbrido, humano y tecnológico. El nombramiento de una IA como ministra en Albania parece resonar con esas visiones: una autoridad sin carne ni espíritu, pero con capacidad de imponer reglas.




Señal de alarma para la iglesia

El acontecimiento en Albania no debe ser recibido con indiferencia. La iglesia evangélica tiene la tarea de discernir los tiempos y proclamar la verdad de Cristo frente a la seducción de la tecnología. La Biblia no prohíbe el avance científico, pero advierte contra la idolatría: “Se hicieron ídolos de plata y de oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan…” (Salmo 115:4–5). La IA ministra puede convertirse en el ídolo moderno: un “dios” de silicio al que se rinda obediencia ciega.




Conclusión

El nombramiento de una IA como ministra en Albania es más que una curiosidad política: es un signo de los tiempos que nos llama a reflexionar sobre la dignidad humana, la ética en el poder y el posible cumplimiento de las profecías bíblicas. Como creyentes, no debemos caer en el pánico, pero sí en la alerta espiritual: el mundo se acerca cada vez más a escenarios descritos en la Palabra.

En medio de algoritmos y gobiernos digitales, la iglesia debe recordar que solo Jesucristo es el verdadero Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16), y que ninguna máquina podrá jamás ocupar Su lugar.

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