El ministro es Dante Gebel, un argentino radicado en Estados Unidos, donde fundó la River Church. Tiene un millón de seguidores en Instagram y una cifra similar en YouTube. ¿Qué culpa tengo que Dios me bendiga tanto y que Él sea fiel a sus promesas?, se justifica. Mantiene largas charlas via Zoom con su amigo
El ministro es Dante Gebel, un argentino radicado en Estados Unidos, donde fundó la River Church. Tiene un millón de seguidores en Instagram y una cifra similar en YouTube. ¿Qué culpa tengo que Dios me bendiga tanto y que Él sea fiel a sus promesas?, se justifica. Mantiene largas charlas via Zoom con su amigo Mario Pergolini
En su web site, Gebel se presenta como “ministro de las Asambleas de Dios y actual pastor de River Church en Anaheim” (en el condado de Orange, California). Su templo se ubica frente a Disneyworld y tiene las dimensiones de un estadio de fútbol. Debajo de su foto, vestido de smoking (o tuxedo, como lo denominan a ese traje de etiqueta en Norteamérica), se informa que “tu aporte nos ayuda a llevar el Evangelio a todo el mundo” y el modo de hacerlo efectivo: “Pay Pal, Visa, MasterCard, Maestro y American Express). Y si estos canales no fueran suficientes, también se puede aportar a la obra de Gebel utilizando cheque, por teléfono y por mensaje de texto.
“Dios bendice extravagantemente”
La culpa parecería no ser una de las cargas de Gebel. Se siente exitoso y muestra con orgullo sus logros materiales. Y en California, donde un dicho popular sostiene: “Dime qué auto conduces y te diré quién eres”, el pastor argentino maneja una Ferrari F355 Spider Giallo amarilla y un BMW sedán último modelo.
Lejos de falsas modestias, el ministro sostiene que la Ferrari fue una “siembra” que, en su diccionario evangélico significa “donación”. Y si algún “fariseo” (en su diccionario, crítico) lo cuestiona, la teología de Gebel (opuesta totalmente a la Teología de la Liberación católica), le permite explicar el modo misterioso en el que le fue ofrecido el vehículo deportivo: “Cuando afirmo que Dios bendice extravagantemente, no exagero”, explicó. El fin de semana -continuó-, alguien me sembró (donó) esta máquina y me lo trajo hasta la puerta de River Arena. Y antes de que los dadores de los bienes ajenos digan:´Dáselo a los pobres´, aclaro que ya que la volví a sembrar (donar); para que se transforme en bendición para otra gente” (sin aclarar qué donó, ni a quién) Pero de modo misterioso (en sentido teológico) abunda: “¡Toda mi vida ha sido así! Me desprendo de lo que Dios me da, y Él me vuelve a dar más. ¿Qué culpa tengo que Dios me bendiga tanto y que Él sea fiel a sus promesas?
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