Llamamos declive espiritual al enfriamiento gradual del cristiano con respecto a los ejercicios espirituales o medios de gracia, así como a la continua pérdida de su voluntad de buscar a Dios y las cosas de su reino. Esta descomposición ocurre imperceptiblemente con el tiempo.Es una decadencia del ánimo espiritual del cristiano en asistir a los servicios, leer su Biblia y orar y, especialmente, dar testimonio de su fe a los demás.Con la disminución de la disposición espiritual y el amor a Dios y sus cosas, surge en el corazón del creyente un antagonismo hacia las cosas de Dios, una mayor inclinación a tolerar el pecado y un fortalecimiento de la ganas de experimentar placeres ilícitos.

Cuando esto les sucede a muchos cristianos al mismo tiempo, la iglesia se ve fuertemente afectada. El declive espiritual comienza a manifestarse en las más diversas actividades de la iglesia, desde el culto hasta el trabajo misionero. Y lo que es peor, hay un declive doctrinal, cuando la iglesia comienza a abandonar el evangelio en su pureza bíblica para adaptarse al mundo y seguir la cultura de ese siglo.

Hay muchos ejemplos en la historia del cristianismo de iglesias que han experimentado un profundo declive espiritual. Podríamos señalar algunos en tiempo presente, sin nombrarles. Me refiero a aquellos que han abandonado la doctrina de la inspiración y la infalibilidad de la Biblia, y con ella, la enseñanza de la Biblia sobre la sexualidad y el género, sobre la familia y la sociedad y especialmente sobre las doctrinas fundamentales sobre nuestra salvación en Jesucristo.

Sin embargo, las iglesias pueden mantener la ortodoxia conservadora y la confesión de fe sobre los puntos principales del Evangelio y, al mismo tiempo, perder su primer amor y toda pasión y celo por las cosas de Dios. Lo mismo puede suceder con los cristianos individualmente.