Lo que vamos a estar estudiando en la Palabra, respecto a ese hombre inicuo que regirá el mundo por 42 meses, hasta que Cristo regrese en gloria, es la aproximación que podemos hacer en el presente. Indudablemente la comprensión cabal de esas porciones bíblicas, tendrá su lugar cuando ocurran. Los que estén en este mundo
Lo que vamos a estar estudiando en la Palabra, respecto a ese hombre inicuo que regirá el mundo por 42 meses, hasta que Cristo regrese en gloria, es la aproximación que podemos hacer en el presente. Indudablemente la comprensión cabal de esas porciones bíblicas, tendrá su lugar cuando ocurran.
Los que estén en este mundo para entonces, comprenderán a cabalidad lo que está escrito, pero esto no quita que nosotros, en el día de hoy, podamos y debamos estudiarlo y seguramente llegar a acercarnos mucho a lo que será, porque estamos al final de los días.
Empecemos pues.
Daniel 9: 27 “Y por una semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”
El que confirmará el pacto, será un tipo de “el príncipe que ha de venir” (que ya vino y fue Tito Flavio Vespasiano en el 70 d.C. contra Jerusalén) ver Dn. 9: 26.
Este tipo de Tito, llamado por el apóstol Pablo “el hombre de pecado” (2 Ts. 2: 3) será levantado como “César” del reino presidido por los diez cuernos (Ap. 17: 12) que está para levantarse, el muy manido Gobierno Mundial, la última y definitiva manifestación de la cuarta bestia de Daniel (Dn. 7: 7)
Volviendo a Dn. 9: 27, se presentará como el pacificador entre Israel y las naciones enemigas de alrededor. Conseguirá lo increíble y jamás antes logrado; confirmar un pacto de paz por siete años (la última semana de años), pero a la mitad de esos años, romperá ese pacto, y hará que los judíos no puedan seguir con su culto religioso, que habría sido reiniciado con el pacto.
Esto será así, porque algo terrible ocurrirá a la mitad de esos siete años. El nuevo “príncipe que ha de venir”, será asesinado, y en su cuerpo entrará “la Bestia que está para subir del abismo” (Ap. 17: 8)
Veamos.
A la mitad de esos siete últimos años (de los 490 de Daniel, o, setenta semanas de años), ese “príncipe que ha de venir”, representado por una de las siete cabezas de la Bestia de Ap. 13, que será la manifestación final del cuarto imperio, o la cuarta bestia que vio Daniel en visiones (Dn. 7: 7), será asesinado por degüello:
“Vi una de sus cabezas como herida de muerte…”(Ap. 13: 3) La traducción literal del griego es, “Vi una de sus cabezas degollada hasta la muerte”
Siguiendo con esto, leemos:
(V. 3) “…pero su herida mortal fue sanada…”:
Este hombre, representado por una de las siete cabezas de la bestia (esto es, la versión última del Imperio Romano Dn. 7: 7), después de ser degollado (seguramente por alguien cercano a él), volverá a vivir, emulando así mentirosamente la resurrección de Cristo, por eso se le llama el anticristo.
“…y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”: todos se maravillarán por ese fraude, y seguirán a ese “nuevo hombre”, que a partir de ese momento, será “el Desolador” (Dn. 9: 27; el Inicuo (2 Ts. 2: 8); la Bestia (Ap. 13: 4; 19: 20); el Anticristo (1 Jn. 2: 18)
La Bestia Anticristo representa al imperio bestial (Ap. 13: 1, 2) Es revelador el hecho de que diga que tenga siete cabezas; nos hace entender que la plenitud del mal representada por esas siete cabezas residirá en la Bestia Anticristo.
Sobre esto vamos a ver más.
Uno de los siete ángeles hablaba con Juan (Ap. 17: 1), y le decía estas cosas:
Leemos.
(Ap. 17: 8-11) “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. 9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. 11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”
Vamos a ir analizando esto.
El ángel le habla sobre la Bestia Anticristo, es decir, sobre el personaje.
“La bestia que has visto, era, y no es…”: Ese hombre llamado la Bestia, estuvo presente en este mundo (“era”), pero en el momento de Juan, no estaba presente en él.
“…y está para subir del abismo e ir a perdición…”: le dice que está en el abismo (el Hades), pero que llegará un momento en que subirá de él para ir más tarde a la perdición eterna, es decir, al lago de fuego y azufre (20: 10)
Teniendo en cuenta que la Bestia Anticristo es un hombre y no un demonio, hemos de entender por las palabras del ángel que tal individuo vivió, murió y fue al abismo, y subirá del abismo en espíritu a encarnarse, hasta que, definitivamente sea entregado a la perdición eterna.
(V. 9) “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer”: Al igual que en 13: 18, aquí se requiere de entendimiento también, para captar lo siguiente que dice el ángel.
Las siete cabezas de la Bestia, son siete montes. Roma es llamada la ciudad de las siete colinas. Por tanto, estos siete montes son los montes en los que se asienta Roma. Los nombres de estas siete colinas son: Aventino, Coeliano, Esquilino, Capitolino, Palatino, Quirinal y Viminal.
Estas siete colinas son el lugar geográfico donde se asentó el poder de los césares romanos blasfemos; Roma. Esa es la ubicación geográfica.
Veamos más sobre ese hombre que en el tiempo de Juan ya no estaba sobre la tierra, y que su espíritu estaba en el Hades.
“y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”:
“y son siete reyes…”: nos dice la Escritura que las siete cabezas de la Bestia (el Imperio) sobre la cual se sienta la mujer (17: 4), son siete reyes. Otro misterio más. Esos siete reyes deben ser ubicados necesariamente en el mismo lugar geográfico, es decir, Roma. Son siete “césares romanos”.
La mujer ramera religiosa se sostiene por el poder de los césares (la Roma política), y también sobre siete colinas, que constituyen su sede. Así como la Gran Ramera se sostiene sobre la Bestia(17: 3), ésta la usa para sus fines. No perdamos la perspectiva: la Roma religiosa/política es esa mujer, la Gran Ramera, pero también es:
1. El lugar geográfico.
2. El centro del poder de la Bestia.
Al tener el Anticristo siete cabezas, significa que la autoridad y el poder suyos están en Roma, porque esas cabezas son los siete montes romanos. No se puede separar al Anticristo de Roma.
La Bestia Anticristo es la suma del poder y maldad de los siete césares blasfemos que encarnan la cuarta bestia de Daniel (ver Dn. 7: 7), Roma, por ello sus siete cabezas, también son esos siete reyes o césares augustos, blasfemos.
Razonándolo
Mientras las cabezas de tierra (los montes) son contemporáneas y continuas, es decir, que siempre están ahí, las cabezas de los pueblos, que son los reyes, son temporales y sucesivas, es decir, que están por un tiempo delimitado y se han de suceder. El ejemplo lo tenemos en Isaías 7: 8, 9; “la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezan…Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías”. Por lo tanto, la Bestia Anticristoserá un personaje que regirá como un rey o emperador, sucesor de aquellos césares blasfemos.
La Palabra nos habla aquí de siete reyes o personajes de autoridad sobre Roma. Es importante no perder la perspectiva:
Estamos hablando necesariamente del Imperio Romano, ya que hemos identificado a Roma como tal; por lo tanto, esos siete reyes sólo tienen que ver con dicho imperio (ver también Daniel 7: 7)
Hagamos un poco de historia: El Imperio de Roma, es el periodo de la historia de Roma caracterizado por un régimen político dominado por un emperador, que comprende desde el momento en que Octavio recibió el título de augusto (27 a.C.)
Augusto, fue el sobrenombre que se le dio a Octavio, el primer gobernante de Roma después de que se convirtiera en un imperio. En el 27 a.C. el Senado romano dio a Octavio el título de Augusto que significa: (‘consagrado’ o ‘santo’), es por tanto, un título blasfemo ya que exalta a la persona que lo lleva al nivel de dios. La Bestia Anticristo, también llevará dicho título.
El Imperio Romano tuvo como césares o emperadores hasta la época de Juan a muchos más de siete emperadores, pero sólo hubo seis con un título blasfemo sobre sus cabezas.
Estos siete reyes o césares, por tanto, requieren que se les adore como dios; históricamente, ¿quiénes fueron esos seis pretendidos dioses? Además, cada uno de ellos tuvo una muerte violenta, de ahí la palabra “han caído”, en griego “epesan”, del verbo “pipto”, que se traduce por: “Caer en tierra o bajo las ruedas, sucumbir, caer muerto, arruinarse”.
Los siguientes seis césares o augustos, cuadran con ambas cosas: Julio César, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Los cinco murieron asesinados o se suicidaron, y pretendían ser dioses. Domiciano fue el sexto; el también murió asesinado y se había auto deificado.
¿Y el séptimo? El séptimo es el que todavía ha de venir. La Palabra no nos dice que distancia en el tiempo existe entre el sexto (Domiciano) y el séptimo, que por cierto será el que encarnará al Anticristo; pero sí nos dice que cuando aparezca lo hará por poco tiempo: “y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. ¿Por qué será así?, porque morirá asesinado por degüello (13: 3)
Hubo más emperadores romanos después de Domiciano, pero ninguno fue el séptimo, ya que el octavo, que ocupará el cuerpo del séptimo no ha aparecido todavía. Por tanto, se sabrá cuál será ese séptimo cuando en él se manifieste el octavo después de que aquél muera.
Un enigma, un acertijo
(V. 11) “La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”: Primeramente, leemos de nuevo 17: 8; “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición…”
La bestia que ha visto Juan, fue, no es (en los tiempos de Juan), y es uno de los siete reyes. Eso leemos.
La Bestia Anticristo que un día estuvo en este mundo, que fue un emperador romano, y que en tiempos de Juan no estaba (sino que ya había muerto y estaba en el abismo), es el que hace el número ocho (número que aquí blasfemamente representa la resurrección de Cristo). No obstante, es uno de los siete, y su destino es la perdición eterna. Esto es como un acertijo. La Bestia que es de entre los siete emperadores, tiene que subir del abismo.
“…es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”: Vemos que nos dice que ese que es “de entre los siete”, “es también el octavo”. Así pues, “el octavo está para subir del abismo”: La Bestia ha de subir del abismo. Como Dice Watchman Nee: “Como se nos dice que hay un octavo todavía que es de los siete, y como que viene del abismo, tiene que ser por necesidad uno de los siete…”. Así es.
Uno de entre los siete que vuelve del abismo para incorporarse en el cuerpo de ese que es entre los siete, y así ser el octavo. Ahí vemos la sátira de la resurrección de Cristo; el diablo “resucitando” al Anticristo.
En otras palabras, se nos dice en 13: 3, que una de las siete cabezas de la bestia morirá por asesinato (por degüello). Esto sólo se puede entender de la siguiente forma: La Bestiaque sube del mar de las naciones (13: 1), muere asesinado; el alma de ese hombre arrogante, el alma de ese “príncipe que ha de venir” va al infierno. Seguidamente, se maravilla toda la tierra (13: 2), porque aparentemente ese hombre resucita; pero no resucita, sino que entra en su cuerpo el alma de uno de los siete emperadores, el que está “para subir del abismo” (17: 8); ahí tenemos al octavo. Por lo tanto, el séptimo es el precursor del auténtico Anticristo. El octavo usará el cuerpo del séptimo.
Nerón (Nero redivivus)
Ahora bien, ¿podríamos saber quién será el emperador que fue, que no es en el tiempo de Juan, que está para ir a perdición, es decir, el verdadero Anticristo, el cual entrará en el cuerpo del séptimo que aún está para revelarse? Sí. No puede ser el séptimo, puesto que todavía ha de aparecer (17: 10), y hay que recordar que la Bestia ya estuvo en la tierra (17: 8).
No es el sexto, es decir, Domiciano, porque él estaba en la tierra cuando Juan, y la bestia no estaba en ese momento (17: 11). Por lo tanto, tiene que ser uno de los cinco que “han caído” (17: 10)
En Ap. 13: 18, leemos: “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”. Se nos invita a contar el número de la Bestia Anticristo, diciéndonos que suma 666. Ese número es número de hombre, lo cual significan dos cosas:
1. La Bestia Anticristo es un hombre, y en concreto un emperador romano.
2. Su nombre se puede contar.
Ahora bien, tanto en hebreo como en griego, las letras del alfabeto tienen un valor numérico. Sólo nos resta contar el valor numérico de los cinco nombres de los cinco emperadores que “han caído”.
Según Watchman Nee, el único nombre que suma 666 es el de Nerón César; a saber: Nerón suma 306, y Kaisar (César en gr.) suma: 360. Entonces, 306+360=666. Dicho emperador siempre se hacía llamar así: Nerón César (Fil. 4: 22)
El mundo está ya preparado para que surja el séptimo emperador (13: 1). Este séptimo césar será el cabeza del llamado Nuevo Orden Mundial. Se le darán poderes comparables a los que recibía el César “le fue dada una corona…” (6: 2). Iniciará un pacto de paz siete años entre Israel y sus vecinos, y hará que aquellos puedan levantar su templo y sus sacrificios (Dn. 9: 27a)
El mundo se asombrará del talento y del hacer de ese hombre, que posiblemente venga de la realeza. Probablemente, por un tiempo el terrorismo cesará, y el nivel de vida en general aumentará: “…salió venciendo y para vencer” (6: 2)
Hará alarde de fuerza, pero no la usará (Ap. 6: 2). Así será por espacio de aproximadamente tres años y medio. El diablo le usará para engañar a la humanidad y prepararla para el surgimiento del verdadero Anticristo. Alguien muy cercano a él logrará matarle, degollándole (13: 3)
Habrá muerto, pero pronto (seguramente en tres días, para plagiar a nuestro Señor), su cuerpo volverá a la vida, pero no será el espíritu suyo, sino el de uno de los cinco césares, probablemente Nerón (Nero redivivus).
Cuando eso ocurra, el hombre que se levantará será la verdadera Bestia Anticristo, que, usando el cuerpo de su predecesor, y ayudado por la otra Bestia, el Falso Profeta, obligará a las gentes a subyugarse a su persona, tal y como vimos en Ap. 13. Esto lo hará durante tres años y medio, tiempo que se corresponderá con la Gran Tribulación.//
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