#NOTICIASCRISTIANAS : Los voluntarios de la iglesia bautista de la Barceloneta desinfectan las manos, se ponen guantes de plástico y cogen los carros de la compra y las direcciones de sus destinatarios. Los más jóvenes insisten en atender a la gente que vive en las plantas más altas. Reparto masivo de alimentos en el barrio de
#NOTICIASCRISTIANAS : Los voluntarios de la iglesia bautista de la Barceloneta desinfectan las manos, se ponen guantes de plástico y cogen los carros de la compra y las direcciones de sus destinatarios. Los más jóvenes insisten en atender a la gente que vive en las plantas más altas.
Reparto masivo de alimentos en el barrio de la Barceloneta. Una treintena de ciudadanos voluntarios dedicaron la mañana de ayer a llevar carritos de la compra llenos de alimentos a alrededor de 80 vecinos que estos días lo están pasando especialmente mal.
No hay que escarbar mucho para encontrar buenos sentimientos en este lado de la ciudad. La campaña de captación de buenas intenciones se realizó en apenas un día, a través de los grupos vecinales de WhatsApp.
Manuela Granja explica de camino a la iglesia evangélica de la calle Ginebra que el restaurante donde trabaja está cerrado, que sus hijos ya son mayores e independientes, que en realidad no tiene nada que hacer… de modo que cuando se enteró de que las principales asociaciones vecinales del barrio hacían un llamamiento común para pedir ayuda no se lo pensó dos veces. “En la Barceloneta hay muy pocos ascensores –continúa explicando Manuela– y un montón de gente que en condiciones normales ya acostumbra a pasarlo muy mal. Necesitan ayuda. Les llevas un poco de comida y te das cuentas de que muchos están faltos hasta de cariño. Creo que estoy haciendo lo que debo hacer”.
A la tercera va la vencida, y finalmente los voluntarios logran entregar su lote a una mujer dura de oído.
La mayor parte de la comida que están repartiendo procede del Banc dels Aliments. Además, buena parte de los restaurantes de la zona donó un montón de productos que se iban a echar a perder. Un empleado de un conocido establecimiento de comida rápida trajo numerosas ensaladas que se iban a pudrir. “A ver… ¿Alguien quiere probar suerte otra vez con la mujer esta que no oye?, que ya han ido dos veces y la mujer no abre la puerta, oye… ¡Es justo aquí al lado!”. “Ya voy yo”.
La iglesia evangélica de la calle Ginebra es el cuartel general de la iniciativa. Aquí los voluntarios se desinfectan las manos, se ponen guantes de plástico y cogen los carros de la compra y las direcciones de sus destinatarios.
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Los carros también son desinfectados después de cada viaje. Los más jóvenes insisten en atender a la gente que vive en las plantas más altas. Cuantos más escalones, mejor. Los mayores, en cambio, se ocupan principalmente de los bajos y de los principales. La gente se saluda chocando los codos. En estas dependencias, la asociación Barceloneta Alerta acostumbra a entregar lotes de alimentos a la gente más necesitada del barrio. Están especializados en detectar situaciones de necesidad escondida, oculta, invisible. Normalmente entregan una tercera parte de lo que están dando hoy.
Y en estas que aparece Lourdes, quien de toda la vida vende cupones en la plaza del mercado, a lomos de su triciclo eléctrico. “Qué pasa, Lourdes –le dicen con guasa nada más llegar– ¿vas a subir las escaleras en triciclo?”. “Muy gracioso, muy gracioso –dice Lourdes, con una sonrisa–. Vengo a traer un poco de café caliente”. “¡Misión cumplida! he tenido que aporrear la puerta un rato, ¡han salido todos los vecinos del rellano a ver qué pasaba! Pero al final la mujer se ha enterado y ha abierto la puerta. ¡Ya tiene su lote!”.
Fuente: La Vanguardia
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