Si no fuera por la buena onda que tenemos los evangélicos, la conmemoración 2014 del Día del Pueblo evangélico en La Moneda, cambiada del 29 al 24 de octubre, porque la presidenta Michelle Bachelet se va de viaje, casi nos hace pensar que la realización de este acto fue solo un formalismo que había que
Si no fuera por la buena onda que tenemos los evangélicos, la conmemoración 2014 del Día del Pueblo evangélico en La Moneda, cambiada del 29 al 24 de octubre, porque la presidenta Michelle Bachelet se va de viaje, casi nos hace pensar que la realización de este acto fue solo un formalismo que había que cumplir con los evangélicos, que a esta altura sus actos ni siquiera son mencionados en los medios de prensa, aunque estos últimos asistan en masa para esperar el final y preguntar a las autoridades cualquier cosa menos algo relacionado con el acto mismo, como pasó con el vocero Alvaro Elizalde, que al finalizar fue llevado por la prensa a un sector con sombra (el calor era horrible en el Patio de los Naranjos) donde le preguntaron de todo, menos del acto que había concluido recién.
Y es que parece que los canutos colaboramos para que nos traten asi. En un acto único en el año, donde se supone se reune a la flor y la nata del pastorado chileno, donde se supone la celebración se debe a una reivindicación histórica y que tiene como sello recordar a los canutos históricos (el caballito de batalla de los políticos es repetir en sus discursos siempre lo mismo) las atenciones de las autoridades hacía quienes se supone marcan el 20 por ciento de la población fueron como si los evangelicos no existieran en Chile.
En efecto, y en el recuento desde que se hace la fila para entrar a La Moneda, “la casa de todos” como dijo la presidenta en su discurso, a un costado de calle Morande algunos, y por Teatinos otros, donde la atención corre por cuenta de carabineros de civil, se procede al ingreso por la puerta central donde los bolsos son revisados por un detector y de ahí al Patio de los Cañones que estaba cubierto por un toldo que hacía que el calor se concentrara con mas fuerza en el pequeño espacio, haciendo del lugar un improvisado sauna que se fue llenando con medio millar de invitados entre obispos, pastores, agrupaciones, (Damas de Blanco, de las Fuerzas Armadas) y uno que otro hermano que acudió acompañando a su pastor. Ah, y como todos los años, la música la puso el Coro Polifónico de Jotabeche, llamado por algunos en forma graciosa como “Los bomberos”, quienes se encargaron de amenizar el calor, las fotos preacto, los dialogos y el intercambio de tarjetas de visita, con algun temita conocido (evangélico por supuesto).
Al respecto hay que agregar que la Mandataria, la dueña de casa, solo baja del segundo piso de La Moneda, cuando el recinto está completo, no asi sus ayudantes, la Ministra de la Segpres Ximena Rincón, el vocero de gobierno Alvaro Elizalde, Fernanda Villegas, Ministra de Desarrollo Social y la única “evangelica” del gabinete y el Ministro de Justicia, José Antonio Gómez, quienes se encargaron de hacer mas llevadero el momento (y el calor) conversando con los invitados. Y es en este tiempo cuando el observador agudo, entrenado en estas cosas, se comienza a dar cuenta del poco interés que tienen los políticos en el llamado “mundo evangélico”, pues en esta ocasión tan importante para los canutos, los políticos, valga la redundancia, brillaron por su ausencia. Solo hay que destacar al diputado Osvaldo Andrade del PS que llegó a tiempo, al presidente de la DC, el senador Ignacio Walker y al secretario general de RN, el ex-diputado Mario Desbordes.
“No tomé ni desayuno…”
Con tan poco interés entonces, no es de extrañar que una vez finalizado el evento la invitación “al cóctel” casi ni se escuchó, porque en rigor no hubo ningún ágape como mas de algún pastor gordito esperaba, sino que un par de mesas en el Patio de los Naranjos, donde unos garzones invitaban a los asistentes a tomar bebidas sacadas recién de sus plásticos, unos juguitos envasados y en otro sector del patio una mesa con café chico, rico en todo caso, amenizados con unos pocos garzones que servían unos canapés y otros unos dulces minúsculos.
El evento mismo
Poco o nada que un pastor asiduo a estos actos no conozca; a los consabidos recuerdos alusivos a Diego Thomson y otros mas que no se nombraron, se destacan los constantes besamanos en los discursos a las autoridades, como si lo que hacen por los evangélicos fuera un favor (será la costumbre que tenemos de ver todo como una Gracia inmerecida) y no como un deber ciudadano que la autoridad de turno tiene que cumplir porque sencillamente es su deber… para esos fueron elegidos. En las alabanzas nada nuevo tampoco, el coro polifonico es hermoso, son voces entrenadas, pero en un evento donde el calor superó con facilidad los 30 grados a la sombra, hasta el oído mas afinado se agota; será por eso que en Europa los conciertos de música clásica al aire libre son en el ocaso del día.
¿Y los discursos?
Nada nuevo tampoco: el obispo Jorge Mendez Jara que rompió el protocolo al inicio cuando le dieron la oportunidad, argumentando que le pidieron una oración, pero dijo un par de frases que sonaron a una amarga queja por el cada vez mas notorio personalismo de algún obispo que quiere coparlo todo. Luego el obispo Covarrubias, un poco mas didáctico y refrescante en la primera lectura de la Palabra, después el coro y a continuación la capellana Gloria Rojas y la ex-capellana Juanita Albornoz, un intermedio con un soporífero cuarteto de música y luego con un cansancio evidente en la concurrencia que a esa altura chateaba o soportaba estoicamente el calor, vino el plato de fondo a cargo del obispo Emiliano Soto Valenzuela, quien se mandó un discurso larguísimo y agotador, pero con un mérito, por segunda vez en esta semana, (la primera habría sido en el Congreso) se atrevió a replicar con cierto grado de convicción, y asumiendo el rol que todos esperan que asuma de “representante protocolar ” de los evangélicos, que no estamos de acuerdo con la agenda valórica del presente gobierno de Bachelet, sacando aplausos entre los obispos y pastores que luego en el “cóctel” comentaron que Soto por fin está haciendo lo que se espera de él, que deje de ser el vocero del gobierno y comience a serlo del pueblo que representa. Y para terminar este segmento, habló la Presidenta lo que ya le conocemos y un sutil pero claro rechazo a lo que le dijo Soto en su discurso.
Sin nada mas que hacer, la cita concluyó con las palabras del obispo Eduardo Durán Castro, quien invitó a todos los obispos a terminar la reunión con una bendición.
Fuente: klamicoblobog.wordpress.com
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