La Iglesia Evangélica chilena nació gracias al avivamiento pentecostal derramado en Valparaíso en el año 1909. El fervor espiritual comenzó a principio del año, y entre julio y septiembre se encendió el fuego pentecostal. El Espíritu Santo llenó las vidas y vinieron las manifestaciones; Hablar en lenguas, danzar, reír, llorar, caerse al suelo y salir
La Iglesia Evangélica chilena nació gracias al avivamiento pentecostal derramado en Valparaíso en el año 1909. El fervor espiritual comenzó a principio del año, y entre julio y septiembre se encendió el fuego pentecostal. El Espíritu Santo llenó las vidas y vinieron las manifestaciones; Hablar en lenguas, danzar, reír, llorar, caerse al suelo y salir corriendo del templo a la calle a gritar ¡Gloria a Dios!, y a predicar el evangelio. En ocasiones las salidas a la calle no eran solo personales, sino grupales, y es tanto el gozo del Señor que se siente, y como arde el corazón, que las consideraciones se dejan de lado y se obvian las consecuencias. Cada vez que un hermano o un grupo de ellos salían del templo a predicar a la calle, llegaban inmediatamente funcionarios de la Policía Fiscal de Valparaíso, los arrestaba y los conducía al cuartel y al pastor Hoover lo hacían responsable y se iniciaban cargos en su contra.
Era el año 1909 y el país vivía conforme a las normas de la Constitución de 1833 que establecía en el Artículo V, que la Religión oficial de la República de Chile era la Católica Apostólica y Romana con la exclusión del ejercicio público de cualquier otra, y existía una ley interpretativa promulgada el 27 de julio de 1865 que permitía a los que no profesaban la religión católica, que practiquen el culto dentro del recinto de un edificio de propiedad particular. Es importante saber que los funcionarios de la Policía Fiscal tenían que hacer cumplir la ley. Ahora, es necesario que se sepa, que las normas constitucionales y legales en materia religiosa existentes en el país, era indiscutidas y consentidas por toda la población nacional y su cumplimiento vigilado rigurosamente, no solo por las autoridades eclesiásticas, sino por las políticas y especialmente por las militares. Cuando la Policía llevaba preso a los hermanos, la gente aplaudía y pedía que mataran a los herejes.
David Trumbull inició una guerra mundial contra la Constitución de 1833 y consiguió el apoyo de los liberales y una parte de la élite intelectual del país, y después de más de 20 años de batallas se lograron las leyes laicas sociales de cementerios, matrimonio y registro civil más escuelas privadas para los extranjeros, pero en materia de libertad religiosa apenas el permiso para que hagan reuniones en recintos privados y silenciosas para no incomodar a los vecinos. El pastor Hoover sufría estas limitaciones que imponía la Constitución y la ley, el construyó un templo para mil personas en Valparaíso y lo único que quería era salir a evangelizar, pero la caían encima todas las penas de la Constitución. El pastor Hoover era norteamericano y sabía que para servir a Dios como pentecostal era imprescindible la libertad religiosa, la libertad de expresión, la libertad de reunión y la libertad de organización, sabía que donde hay libertad allí está el Espíritu de Dios.
Después de 15 años de prohibiciones constitucionales y legales que obligaban a los hermanos a estar encerrados en el templo, que les prohibían predicar a la calle, cantar muy fuerte y que los obligaba para hacer todo como para callado, se ve una luz de esperanza, una respuesta de Dios a las oraciones afligidas de su pueblo; la convocatoria a votar por la Constitución del ’25 que separaba al Estado de la Iglesia Católica y consagraba el derecho social a la libertad de conciencia y de cultos. Al plebiscito del 30 de agosto de 1925 fue a votar la mitad de los ciudadanos y le otorgaron a la opción Acepto el 94,63 %. ¡Aleluya!, la Constitución del ’25 empezó a regir el 18 de octubre del 1925 y traía plena libertad para las manifestaciones del Espíritu Santo. En solo veinte años con libertad de conciencia y de cultos, la Iglesia Evangélica chilena creció de hasta llegar a los 500 mil incluidos los niños (Datos oficiales)
La Constitución de 1980 transcribió (textualmente) el bendito y virtuoso inciso 2 del Artículo 10 de la Constitución del año 1925 que consagraba la libertad de conciencia y la manifestación de todos los cultos, y a partir del Artículo 19 inciso 6 de la Constitución del ’80 se ha construido una institucionalidad que incluye la Ley de Cultos y el Feriado Evangélico, que nos otorgan a los evangélicos y religiosos en general una libertad religiosa que es única en el mundo, con todas las autoridades del Estado asistiendo a un tedeum que se transmite por televisión a todo el país. La Iglesia Evangélica chilena está cerca y se prepara para celebrar cien años de libertad de conciencia y de manifestación de todos los cultos. Los protestantes pagaron un alto precio en el siglo XIX teniendo que enterrar sus muertos en los basurales, y el pastor Hoover y el obispo Umaña sufrieron los rigores del Artículo V de la Constitución de 1833.
100 años de libertad de conciencia, 100 años manifestando libremente nuestras creencias y 100 ejercitando libremente nuestros cultos; predicando con megáfonos en las calles, cantando en las plazas y en vigilias toda la noche. Si gana el Apruebo, son 100 años que se terminan el 25 de octubre, y resurgirá el Artículo V de la nueva Constitución del ’23 que diga: La religión oficial de la República de Chile es el progresismo con la exclusión de todas las demás. La nueva Constitución destruirá la Libertad de Cultos que se ha construido y derrumbará el Día Feriado que gozamos, ¿O, no sabe que Chile será una República Laica? Laica significa que impide la manifestación de todos los cultos en el espacio público, es decir, que nos llevará de nuevo a encerrarnos en los templos, y en el interior de los templos los predicadores evangélicos y pentecostales no podrán predicar la doctrina cristiana, porque, los acusarán de homofobia y de incitar a la violencia.
Publicado originalmente por : chilecristiano.cl