‘No renunciaremos a nuestra fe’: los cristianos resisten la persecución en China

Xi, al parecer preocupado de que el culto independiente amenace al dominio del Partido Comunista en la vida cotidiana china, ha buscado que el cristianismo se someta de manera más firme al control del partido. Este año, el gobierno prohibió la venta en línea de la Biblia, quemó cruces, demolió iglesias y obligób a que

Xi, al parecer preocupado de que el culto independiente amenace al dominio del Partido Comunista en la vida cotidiana china, ha buscado que el cristianismo se someta de manera más firme al control del partido. Este año, el gobierno prohibió la venta en línea de la Biblia, quemó cruces, demolió iglesias y obligób a que se clausuraran por lo menos media decena de lugares de culto.

En Nochebuena, Gu, un vendedor de arroz de 31 años, fue al único lugar seguro de culto que conocía: la casa de un amigo. Ahí recitó himnos y oró por las dos decenas de miembros de Lluvia Temprana que están detenidos. Por temor a que los arrestaran a él y a sus amigos, Gu utilizó aplicaciones de mensajería cifrada para compartir información sobre vigilancia y acoso por parte de la policía.

“No abandonaremos nuestra fe a causa de la represión de las autoridades”, comentó Gu.

La campaña llega ahora que Xi, el líder más poderoso de China desde Mao Zedong, trabaja para controlar de manera más agresiva la religión en todo el país, incluida la detención de miles de musulmanes en la región occidental de Sinki.

Renee Xia, directora internacional de China Human Rights Defenders, un grupo de defensa, dijo que el objetivo de la iniciativa era ir tras “el corazón de la resistencia cristiana clandestina”. El gobierno ha concentrado su campaña en las iglesias cristianas no oficiales que promueven ideas como la justicia social o han criticado el control del partido en la sociedad.

“El mensaje es que no se pueden meter con Xi”, dijo Xia.

La intensidad de la campaña aumentó durante las semanas anteriores a Navidad. La policía cerró este mes la iglesia de Rongguili, de cuarenta años de antigüedad, en la ciudad china de Cantón, al sur, que atraía a miles de devotos. Y en septiembre, las autoridades en Pekín ordenaron la clausura de la iglesia de Zion, con 1.500 miembros, una de las iglesias no oficiales más grandes de la capital.

El gobierno requiere que los grupos religiosos se registren, aunque muchos aún rinden culto en iglesias no oficiales, a veces llamadas iglesias clandestinas o caseras.

Li Shuangde, profesora en Chingdu que ha sido parte de Lluvia Temprana desde 2011, dijo que las autoridades les habían pedido a los miembros de la iglesia que firmaran cartas en las que declaran que ya no creen en el cristianismo. Dijo que Lluvia Temprana no tuvo más elección que seguir existiendo en secreto. “Nos hemos vuelto clandestinos”, comentó.

Los miembros han seguido organizando servicios dominicales, a veces en las riberas de un río cerca de la antigua sede de la iglesia, dentro de un alto edificio en el centro de la ciudad. Han hecho un llamado a favor de la liberación de los líderes detenidos, entre ellos Wang Yi, el pastor de Lluvia Temprana, y su esposa, Jiang Rong.

En la Iglesia Reformada de Chengdu Xishuipang, una iglesia protestante con vínculos cercanos a Lluvia Temprana, más de cien personas se reunieron dentro de una sala de culto en el piso dieciséis de un edificio de apartamentos.

Aunque las cifras oficiales son poco precisas, los expertos creen que hay cerca de sesenta millones de cristianos en China y que casi la mitad de ellos practican su culto en iglesias aprobadas por el Estado y la otra mitad en iglesias no oficiales.

Gu, el vendedor de arroz, comenzó a asistir a los servicios religiosos en Lluvia Temprana hace dos años, después de encontrar en línea videos de los sermones apasionados del pastor Wang. Sintió que la preocupación de Wang por los pobres se apegaba a su propia opinión de que el gobierno estaba abusando de los trabajadores y violando los derechos humanos al destruir sus casas para hacerle espacio a costosos desarrollos inmobiliarios. Gu fue bautizado el año pasado.

“Vi injusticias en la sociedad”, dijo Gu. “Vi que es una mentira cuando el gobierno promociona a China como un país justo en el que se aplica la ley de manera civilizada”.

Preocupado por su propia seguridad, Gu hace poco cerró sus negocios, con la esperanza de evitar el escrutinio del gobierno. Dijo que ha sentido miedo al ver que la policía arresta a sus amigos.

Gu ha recurrido a la Biblia en días recientes en busca de apoyo. A veces, recita un verso de Proverbios: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”.

Fuente: nytimes.com

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