Sálvanos, SEÑOR. Salmo 12:1 Esta oración, en sí, es extraordinaria dado que es breve però oportuna, sincera y típica de David. Él estaba sufriendo por la falta de personas fieles, por lo que elevó su corazón en una oración ferviente. Al fallar la criatura, David acudió directo al Creador. Resulta evidente que él reconoció su
Sálvanos, SEÑOR. Salmo 12:1
- De la pluma de Charles Spurgeon:
Esta oración, en sí, es extraordinaria dado que es breve però oportuna, sincera y típica de David. Él estaba sufriendo por la falta de personas fieles, por lo que elevó su corazón en una oración ferviente.
Al fallar la criatura, David acudió directo al Creador. Resulta evidente que él reconoció su propia debilidad, de lo contrario, no habría clamado pidiendo ayuda. No obstante, al mismo tiempo, seguía intentando permanecer activamente involucrado en la causa por la verdad, dado que la palabra «sálvanos» carece de sentido si no hacemos nada.
Estas dos simples palabras de la oración de David son directas, claras y muy diferentes a las largas y elaboradas plegarias de muchos cristianos profesantes que divagan mucho. El salmista va directo a su Dios con una oración bien pensada. Él sabe lo que busca y dónde puede hallarlo. Señor, enséñanos a orar de la misma bendita manera.
Existen muchas ocasiones en las que se puede usar una oración como esta, como por ejemplo durante las pruebas y aflicciones providenciales en las que el creyente descubre que sus ayudadores lo han abandonado. Un estudiante de la Biblia que se enfrenta a un pasaje difícil puede obtener ayuda al elevar el clamor: «Sálvanos, SEÑOR», dirigido al Espíritu Santo de Cristo, el gran Maestro. Los que creen en la guerra espiritual interior pueden acudir al trono de Dios en busca de refuerzos, y esta sencilla oración bien puede servir de modelo para su solicitud. El pueblo de Dios involucrado en el trabajo extenuante puede usar esta oración para «hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Hebreos 4:16). Y los pecadores que buscan ayuda con sus dudas y temores también pueden elevar la misma imperiosa oración. En todos estos casos, en todo momento y en todo lugar, esta breve oración será de utilidad al alma necesitada.
«Sálvanos, SEÑOR» le sirve tanto al que vive como al que murió, al que tiene trabajo y al desempleado, al que goza y al que sufre. Nuestra ayuda está en él, por lo tanto, no dejemos de clamar a Él.
La respuesta a la oración es segura si la ofrecemos con sinceridad por medio de Jesucristo, pues el carácter mismo del Señor nos confirma que no abandonará a su pueblo. Su relación con nosotros como Padre y Esposo nos garantiza su ayuda, tal como su regalo de darnos a Jesús es una garantía de «todo lo bueno» (Filemón 6). Y su promesa inquebrantable sigue firme: «No temas, yo te ayudaré» (Isaías 41:13).
- De la pluma de Jim Reimann:
Cuando la mujer cananea con una hija poseída por el demonio se enfrentó cara a cara a Jesús, sus primeras palabras fueron: «¡Señor, ayúdame!» (Mateo 15:25). Aunque era gentil y los discípulos de Jesús quisieron despedirla, el Señor respondió la oración de ella a causa de su fe.
«“¡Mujer, qué grande es tu fe!—contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres”. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija» (Mateo 15:28). Como lo expresa hoy Spurgeon: «la respuesta a la oración es segura si la ofrecemos sinceramente por medio de Jesucristo».
«Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre» (1 Timoteo 2:5).
Sin embargo, nuestras oraciones no solo se deben elevar con fe y a través de Jesús, sino que también deben estar dentro de su divina voluntad. «Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Juan 5:14).
«Señor de mi salvación, ¡ven pronto en mi ayuda!»(Salmo 38:22).
«Vuelvan a Mí». Devocionales 365. Ch. Spurgeon y Jim Reimann.
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