Isaac Asimov (1920-1992), escritor y bioquímico, revolucionó la ciencia ficción con su creación de la robótica y la introducción de las Tres Leyes de la Robótica, las cuales continúan influyendo en el estudio de la Inteligencia Artificial (IA). Estas leyes se centraron en la relación entre los humanos y las máquinas, proponiendo un sistema ético que asegurara que los robots nunca pudieran dañar a los seres humanos, ni, por inacción, permitirles daño. Sin embargo, al observar el desarrollo actual de la tecnología, es posible preguntarse cómo esta misma tecnología podría ser utilizada de manera contraria a esos principios para ejercer control sobre la humanidad, especialmente en un contexto apocalíptico.
La obra de Asimov no solo profundizó en las interacciones entre los humanos y los robots, sino que también abordó las implicaciones psicológicas de la creación de máquinas inteligentes. Esta reflexión se ha hecho cada vez más relevante con el avance de la IA y la robótica en la vida real. Sin embargo, un tema mucho más sombrío surge cuando observamos cómo la tecnología está comenzando a ser utilizada para un control global sin precedentes, un control que resuena con las advertencias del Apocalipsis en la Biblia.
En la profecía apocalíptica, particularmente en Apocalipsis 13, se describe un periodo conocido como la Gran Tribulación, en el cual el mundo será gobernado por el Anticristo, quien usará la tecnología para someter a la humanidad bajo un sistema totalitario. Durante este período, la tecnología no solo servirá como herramienta de progreso, sino como medio para controlar, vigilar y manipular a cada individuo. La creación de un “sistema de control total” será facilitada por avances como la inteligencia artificial, la vigilancia masiva y la conectividad global, todas ellas características de la era tecnológica actual.
Específicamente, en Apocalipsis 13:16-17 se habla de la “marca de la Bestia”, un signo obligatorio que las personas deberán recibir para comprar o vender, lo cual podría estar vinculado a un sistema global de identificación electrónica que sea gestionado a través de plataformas tecnológicas avanzadas. Este control, que se establece como una imposición de poder sobre los ciudadanos, podría ser logrado gracias a la infraestructura tecnológica moderna, especialmente la red global de satélites.
Hoy en día, la cantidad de satélites que orbitan la Tierra está en constante aumento, con miles lanzados cada año por gobiernos y empresas privadas. Estos satélites no solo mejoran la conectividad global, sino que también se están convirtiendo en instrumentos clave para un control de la humanidad a través de la vigilancia. Gracias a estos satélites, los movimientos de las personas pueden ser monitoreados en tiempo real, las comunicaciones pueden ser interceptadas, y los datos financieros pueden ser controlados. Esta capacidad de control de la información es algo que ya se está materializando con las tecnologías de monitoreo actuales.
Los satélites permiten una cobertura global, sin límites geográficos, lo que hace que el sistema de vigilancia del Anticristo sea posible. La constante recopilación de datos permitirá que su régimen no solo monitoree los movimientos físicos de los individuos, sino que también controle las actividades económicas y sociales a nivel global. De esta forma, el control impuesto sobre los seres humanos será tan intrusivo que incluso la capacidad de comprar y vender estará directamente vinculada a la obediencia a este nuevo orden.
El Apocalipsis también menciona que, durante la Gran Tribulación, las personas “serán marcadas en la mano derecha o en la frente” (Apocalipsis 13:16), lo que podría interpretarse como un avance hacia el uso de dispositivos electrónicos implantados que sirvan para identificar a las personas y sus transacciones. La tecnología, especialmente la conectividad satelital, sería fundamental para llevar a cabo esta supervisión global. En este contexto, los satélites no solo facilitan la interconexión global, sino que se convierten en un elemento crucial para el seguimiento y control de los individuos, en línea con las profecías sobre un gobierno mundial autoritario.
La implementación de este sistema de control total será facilitada no solo por la expansión de la tecnología satelital, sino también por los avances en biotecnología, la creación de sistemas de IA altamente avanzados, y la integración de estos sistemas con las infraestructuras financieras, económicas y sociales a nivel mundial. A través de la interconexión de todos estos elementos, el Anticristo podrá ejercer su dominio sobre la humanidad, utilizando la tecnología no para el progreso y la mejora humana, sino como un medio para la opresión y el control.
La visión de Asimov sobre los robots y la robótica, especialmente a través de sus tres leyes fundamentales, es un recordatorio de la importancia de utilizar la tecnología de manera ética y responsable. Sin embargo, el futuro descrito en el Apocalipsis nos muestra cómo esas mismas herramientas de progreso tecnológico pueden ser manipuladas para fines oscuros, utilizando la tecnología no solo como un medio de avance, sino como una herramienta de dominación global.
La relación entre la tecnología y el control total, predicha en las escrituras, se está materializando hoy con la creación de infraestructuras globales como la red de satélites. A medida que nos acercamos a un futuro donde la tecnología podría ser usada para el control absoluto, las advertencias del Apocalipsis se vuelven cada vez más relevantes. La integración de la robótica, la IA y los sistemas de vigilancia con un gobierno autoritario como el que describe el Apocalipsis será uno de los mayores desafíos éticos y espirituales de la humanidad.
Julio César Cháves
Escribir un Comentario
Su dirección de correo no va a ser publicada. Llenar la información solicitada con *