«Bendito sea Dios, que no rechazó mi plegaria». Salmo 66:20 Al revisar el contenido de nuestras oraciones, si lo hacemos con sinceridad, nos debe llenar de asombro que Dios, aunque siquiera una vez, nos haya respondido. Quizás algunas personas crean, como los fariseos, que sus oraciones son dignas de ser aceptadas; pero un verdadero cristiano,
«Bendito sea Dios, que no rechazó mi plegaria». Salmo 66:20
- De la pluma de Charles Spurgeon:
Al revisar el contenido de nuestras oraciones, si lo hacemos con sinceridad, nos debe llenar de asombro que Dios, aunque siquiera una vez, nos haya respondido. Quizás algunas personas crean, como los fariseos, que sus oraciones son dignas de ser aceptadas; pero un verdadero cristiano, espiritualmente más consciente en su análisis, llorará por sus oraciones y, si le fuera posible, las reiteraría para hacerlas con más seriedad y de todo corazón.
Querido cristiano, recuerda cuán frías han sido tus oraciones. Cuando estabas en tu cuarto de oración debías haber luchado como lo hizo Jacob, en cambio, tus peticiones fueron pocas y débiles, muy lejos de aquella fe humilde, confiada y perseverante que clama: «¡No te soltaré hasta que me bendigas!» (Génesis 32:26). Sin embargo, ¿no resulta asombroso que Dios no solo haya escuchado sino que también haya respondido?
Reflexiona en lo poco frecuentes que han sido tus oraciones a menos que estuvieras en una dificultad. En tales ocasiones, a menudo acudes al «propiciatorio» de Dios (Éxodo 25:17), pero una vez que te ha librado, ¿qué sucede con tu súplica continua y sincera? Pero, aunque has cesado de orar como antes, Dios no ha cesado de bendecirte. Cuando has descuidado su «propiciatorio», él no lo ha abandonado porque las brillantes luces de su gloria Shekiná siempre han permanecido visibles entre las alas de los querubines.
¡Cuán maravilloso es que el Señor hasta considere nuestros espasmos intermitentes y molestos de oración que proferimos cuando estamos en necesidad! ¡Qué asombroso es nuestro Dios que escucha las oraciones de los que acuden a él cuando tienen necesidades y deseos apremiantes, pero que lo descuidan cuando reciben una bendición; aquellos que se acercan a él cuando se sienten obligados a hacerlo, pero que casi se olvidan de hablarle cuando sus bendiciones son abundantes y pocas sus tristezas.
Que su bondad llena de gracia al escuchar tales oraciones toque nuestro corazón para que de aquí en lo adelante oremos de manera continua «en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos» (Efesios 6:18).
- De la pluma de Jim Reimann:
La historia del rey Josafat es asombrosa por su clamor a Dios lleno de confianza, esperando ser escuchado. Él oraba así: «Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás … Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!» (2 Crónicas 20:9, 12). Lo que siguió fue la más grande victoria sobre la faz de la tierra. Desde un punto de vista humano, las probabilidades eran «todo el mundo» en contra de «uno». En otras palabras, Dios peleó la batalla por Israel y le dio la victoria.
«Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido» (1 Juan 5:14-15).
«Escucha, SEÑOR, mi oración; atiende a mi súplica. Por tu fidelidad y tu
justicia, respóndeme» (Salmo 143:1).
«Vuelvan a Mí». Devocionales 365. Ch. Spurgeon y Jim Reimann.
Originally posted 2024-09-25 07:16:52.
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