¿Puede un cristiano tener depresión? Para el “evangelio de la prosperidad”, el cristiano es inmune a ello porque Cristo murió para que sea espiritualmente salvo, económicamente rico y físicamente saludable. La llamada “teología de retribución” dirá que el cristiano estará sano siempre que cumpla una serie de principios bíblicos; por lo tanto, la depresión no es más que el resultado de algún pecado oculto, falta de fe o influencia demoníaca. En síntesis, un cristiano no puede o no debería tener depresión.

Obviando la falsedad de estos dos formatos teológicos y la extrema presión que podrían ejercer en un creyente sincero, la Biblia no promueve ninguna “inmunidad”, ni siquiera para el “más ungido” de los siervos de Dios; tal es el caso del profeta Elías (1 Re. 19:4-5), el justo Job (casi todo el libro), el rey David (como expresan muchos de sus salmos) e incluso el propio Jesucristo, quien experimentó un abatimiento tan extremo que sentía morir (Mt. 26:38).

Como bien expresa la oradora cristiana Amy Orr-Ewing, la fe cristiana “admite la realidad de la depresión”, la cual forma parte de una de las tantas dolencias humanas que proceden de este mundo caído y de la fragilidad humana. El cristianismo no es una fantasía que promete felicidad ininterrumpida a sus fieles, ni es una ilusión que nos exime del sufrimiento y las enfermedades. El cristianismo es una fe honesta y capaz de lidiar con el complejo tejido de la realidad humana.

Sí, es posible que el cristiano sufra de depresión (por múltiples causas), pero Dios le ofrecerá un fundamento inconmovible de identidad, esperanza, amor, consuelo; y un cuerpo de creyentes que aliviarán su carga.

Después de todo, “El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado. La persona íntegra enfrenta muchas dificultades, pero el Señor llega al rescate en cada ocasión” (Salmo 34:18-19).

Originally posted 2025-01-15 20:11:18.