“EL QUE HACE ESTAS COSAS, NO SERÁ CONMOVIDO JAMÁS”

“EL QUE HACE ESTAS COSAS, NO SERÁ CONMOVIDO JAMÁS”

COMENTARIO: Comentario conciso de Matthew Henry SALMO 15 El camino al cielo, si queremos ser felices, es que seamos santos. Se nos anima a andar por ese camino.

COMENTARIO: Comentario conciso de Matthew Henry

SALMO 15

El camino al cielo, si queremos ser felices, es que seamos santos. Se nos anima a andar por ese camino.

  • He aquí una pregunta muy seria acerca del carácter de un ciudadano de Sión. La felicidad de los santos glorificados es que habitan en el monte santo; allí están en su casa y allí estarán para siempre.
  • Nos corresponde a nosotros asegurarnos de que tenemos un lugar entre ellos. Aquí se da una respuesta muy clara y particular. Aquellos que desean conocer su deber encontrarán en la Escritura una guía muy fiel y en la conciencia un monitor fiel.
  • Un ciudadano de Sión es sincero en su religión. Es realmente lo que profesa ser y se esfuerza por permanecer completo en toda la voluntad de Dios.
  • Es justo tanto para con Dios como para con los hombres; y, al hablar con ambos, habla la verdad en su corazón.
  • Desprecia y aborrece el mal y el fraude; no puede considerar un buen negocio, ni salvador, el que se hace con una mentira; y sabe que quien perjudica a su prójimo, al final, se habrá perjudicado a sí mismo. Tiene mucho cuidado de no hacer daño a nadie. No habla mal de nadie, no hace de las faltas de los demás el tema de su conversación habitual; saca lo mejor de todos y lo peor de nadie. Si le cuentan una historia mal intencionada, la refutará si puede; si no, no va más allá. Valora a los hombres por su virtud y su piedad.
  • Las personas malvadas son personas viles, sin valor y buenas para nada; así lo significa la palabra. No piensa peor de la piedad de nadie por su pobreza y condición miserable. Considera que la piedad seria honra a un hombre, más que la riqueza o un gran nombre. Honra a los tales, desea su conversación y un interés en sus oraciones, se alegra de mostrarles respeto o hacerles un favor.
  • Por esto podemos juzgarnos a nosotros mismos en cierta medida. Incluso los hombres sabios y buenos pueden jurar en su propio daño; pero vea cuán fuerte es la obligación, un hombre debe sufrir pérdidas para sí mismo y su familia, antes que perjudicar a su prójimo. No aumentará su patrimonio mediante la extorsión o el soborno. No hará nada que perjudique una causa justa, ni por obtener ningún beneficio ni por esperar obtenerlo.
  • Todo miembro verdadero y viviente de la iglesia, como la iglesia misma, está edificado sobre una Roca.
    • El que hace estas cosas no será conmovido para siempre. La gracia de Dios siempre le bastará. La unión de estos temperamentos y esta conducta sólo puede surgir del arrepentimiento del pecado, la fe en el Salvador y el amor a él. En estos aspectos, examinémonos y probémonos a nosotros mismos.

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