Bienvenidos a este espacio de reflexión. Hoy quiero hablarte sobre un tema que, en algún momento, todos enfrentamos: el sufrimiento.
La vida cristiana no es un camino sin dificultades. Jesús mismo nos dijo en Juan 16:33:
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
Las pruebas pueden tomar muchas formas: una enfermedad grave que debilita nuestro cuerpo, una crisis económica que nos hace dudar del futuro, el dolor de un divorcio que deja heridas profundas o la pérdida de un ser querido que nos llena de vacío.
Cuando nos golpea el sufrimiento, el enemigo siembra dudas en nuestra mente:
“¿Dónde está Dios en esto?”
“¿Por qué permite que pase por esto?”
“Tal vez me ha abandonado.”
Y en medio de esa confusión, el temor y la ansiedad intentan robarnos la paz. Nos sentimos tentados a perder la esperanza y hasta a alejarnos de Dios.
Pero aquí es donde la fe entra en acción.
Aceptar la Soberanía de Dios
Cuando enfrentamos sufrimientos profundos, es crucial recordar que Dios sigue teniendo el control. Nada de lo que nos sucede escapa de Su soberanía.
Dios nos lo recuerda en Jeremías 29:11:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
A veces, en el dolor, nos cuesta ver Su mano obrando. Nos preguntamos por qué permite que atravesemos estas pruebas. Pero la verdad es que Dios no se equivoca. Su plan es perfecto y está lleno de bondad, aun cuando en el momento no podamos comprenderlo.
El Ejemplo de Job: Fe y Gratitud en la Prueba
Si hay alguien en la Biblia que entendió lo que significa sufrir, fue Job. Lo perdió todo: su familia, sus riquezas y su salud. Su dolor era inmenso, y sin embargo, él no maldijo a Dios.
En Job 1:21, en medio de su aflicción, declaró:
“Jehová dio y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.”
¿Qué nos enseña esto? Que la verdadera fe no depende de las circunstancias. La fe genuina se sostiene incluso cuando todo lo que amamos nos es quitado. Job entendió algo que a veces olvidamos: Dios es digno de ser alabado en todo tiempo, no solo cuando las cosas van bien.
El Dolor No Es el Final de la Historia
Muchas veces, en medio de la prueba, sentimos que el dolor es demasiado grande para soportarlo. Nos preguntamos si alguna vez volveremos a sentir gozo, si la herida sanará, si la noche oscura dará paso a la luz del día.
Pero debemos recordar algo fundamental: Dios no nos ha dejado solos en nuestro sufrimiento.
Él no es indiferente a nuestro llanto. Jesús mismo lloró ante la tumba de Lázaro, aun sabiendo que en unos minutos lo resucitaría. Esto nos muestra que Dios no minimiza nuestro dolor, sino que nos acompaña en él. Él comprende lo que sentimos, nos sostiene y nos da la fortaleza para seguir adelante.
En Apocalipsis 21:4, encontramos una promesa que nos llena de esperanza:
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”
Esto significa que nuestra historia no termina en el sufrimiento. Un día, Dios mismo secará nuestras lágrimas. Un día, todo este dolor quedará atrás.
Por eso, aunque hoy nos cueste entender, aunque el corazón se sienta pesado, debemos aferrarnos a la verdad de que nuestro sufrimiento no es eterno, pero la gloria de Dios sí lo es.
Desarrollar una Relación Íntima con Dios
El sufrimiento no solo nos prueba, sino que también nos brinda una oportunidad para acercarnos más a Dios.
En Santiago 4:8, se nos anima:
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.”
Cuando todo nos es quitado, cuando las fuerzas nos fallan, cuando sentimos que no podemos más, es el momento en el que podemos experimentar una comunión más profunda con Dios. Es en la prueba donde aprendemos a depender verdaderamente de Él.
En lugar de alejarnos, podemos correr a Sus brazos. Él está esperando que nos acerquemos, que derramemos nuestro corazón delante de Él.
Ser Testimonio para Otros
Nuestras pruebas no solo nos moldean a nosotros, sino que también pueden ser una luz para otros.
Cuando enfrentamos el sufrimiento con fe y gratitud, estamos mostrando al mundo que hay algo más grande que este dolor: la esperanza en Cristo.
1 Pedro 3:15 nos dice:
“Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.”
La forma en que respondemos a nuestras pruebas puede ser un testimonio poderoso para quienes nos rodean. A veces, una persona que nos observa en silencio verá nuestra paz en medio del dolor y querrá conocer al Dios que nos sostiene.
Cómo Mantener la Gratitud en la Prueba
- Reconociendo que Dios sigue en control – Aunque no entendamos Su propósito, Él sigue obrando para nuestro bien (Romanos 8:28).
- Orando con acción de gracias – Filipenses 4:6-7 nos dice:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Dar gracias no significa negar nuestro dolor, sino reconocer que Dios sigue siendo fiel. - Viviendo con una perspectiva eterna – Cuando recordamos que somos peregrinos en esta tierra, nuestro corazón encuentra descanso.
Conclusión
Hermanos, que ni la enfermedad, ni la crisis, ni la pérdida nos hagan olvidar que nuestra esperanza está en Cristo. No dejemos que el temor nos inunde, que la ansiedad nos robe la paz, ni que la duda nos haga cuestionar la misericordia de Dios.
Hoy, aunque el corazón esté cargado, aunque las lágrimas sigan cayendo, el Señor nos dice: “No temas, porque Yo estoy contigo.”
Y en respuesta a Su amor, podemos hacer un acto de fe: levantar nuestra mirada y decir: “Gracias, Señor, porque aunque no entiendo, confío en Ti.”
Que el Señor fortalezca tu corazón y te llene de Su paz. Nos vemos en la próxima reflexión.
Alejandro Villegas
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